Crónicas para un centenario

CRÓNICAS PARA UN CENTENARIO 184 costas gallegas y las carencias existentes para actuar en estas emergencias con medios humanos y técnicos adecuados. La necesidad de ocuparse de forma permanente de la contaminación del mar llevó al Instituto a elaborar un programa para controlar la calidad de las aguas costeras e investigar el efecto de la contaminación sobre la fauna y flora marinas. Durante esos años, químicos de distintos Laborato- rios, incluido el de Vigo, participaron como expertos en reuniones internacionales y colaboraron en la redacción de un nuevo convenio internacional para prevenir la polución del agua de mar por hidrocarburos. En un artículo publicado por José Mª Navaz en 1937 ya se ponía de manifiesto el problema de la ausencia de depuración de las aguas residuales urbanas en áreas con importantes yacimientos de moluscos e instalaciones para la acuicultura. El riesgo de infección por el consumo de ostras en crudo, procedentes de aguas contaminadas, hacía necesario la adopción de medidas. A raíz de los controles bacteriológicos efectuados sobre las ostras de la ensenada de San Simón, durante una campaña del IEO en 1945, el biólogo Olegario Rodríguez Martín, de la Dirección General de Pesca, destacó la necesidad de disponer de estanques con aguas limpias o esterilizadas para depurar las ostras, estabulándolas durante unos días antes de sacarlas al mercado. La importancia que adquirió el cultivo de moluscos en las rías en la década de 1960 y la con- siguiente aparición de las primeras empresas de depuración, hicieron necesaria su regulación y normalización. Se estableció el Reglamento para el Reconocimiento de la Calidad y Salubridad de los Moluscos y se clasificaron las zonas del litoral aptas para el cultivo. El Reglamento establecía que los moluscos procedentes de zonas insalubres debían ser sometidos a “ depuración previa en estaciones depuradoras o mediante su estabulación en establecimientos situados en zonas salubres, bajo el control y durante el tiempo que fije en cada caso el Instituto Español de Oceanografía. Para dar cumplimiento al Reglamento, el COV completó la dotación del laboratorio de Bacteriología y se llevaron a cabo los análisis sanitarios necesarios para autorizar la circulación de los moluscos. El pri- mer estudio sistemático de la bacteriología de las Rías Baixas lo llevaron a cabo en 1974 Guillermo de Santiago Fierro e Inés García de la Banda, del laboratorio de Microbiología de los Laboratorios Centrales del Instituto, con la colaboración de José Mª Massó del Laboratorio de Vigo. La instalación de industrias en las rías dio lugar a un importante debate en la sociedad gallega. En los años 50, a través del Laboratorio de Vigo el Instituto intervino en diferentes asuntos relacio- nados con la contaminación por derrames industriales, a petición de distintos organismos oficiales. El Laboratorio intervino igualmente, por requerimiento judicial, en la inspección de los vertidos de industrias sospechosas de haber causado mortalidades de moluscos. Con la experiencia adquirida, López Costa elaboró una Memoria para las autoridades competentes, con directrices para la vigi- lancia de la contaminación de origen industrial en las aguas del litoral español. En la misma se pro- ponían la clasificación de las industrias en función de la toxicidad de sus vertidos, los parámetros a valorar en los puntos de desagüe y los límites admisibles de concentración de los contaminantes. En esos años la instalación de una fábrica para la producción de pasta de papel “ Kraft ” en Louri- zán, en la ría de Pontevedra, motivó la petición de diversos informes al Instituto por parte de la Ad- ministración del Estado. En los informes previos a su construcción, el Instituto había recomendado la instalación de sistemas de depuración suficientemente dimensionados, para evitar la salida de contaminantes a la ría. En dichos informes también se ponían de manifiesto los efectos nocivos de la contaminación por mercurio en la obtención de lejías, en una fábrica anexa, para el blanquea- miento de la pasta de papel. A pesar del informe negativo del IEO, la instalación del complejo industrial se llevó a cabo, ge- nerando polémica desde el principio. En los años siguientes el complejo fue objeto de continuas denuncias, llegando a exigirse su cierre por no cumplir con la legislación en materia de vertidos. Durante los años 60 el Instituto llevó a cabo análisis de las aguas residuales de la fábrica y de los organismos marinos de sus inmediaciones. Dada la importancia de los vertidos, se pusieron en marcha varios trabajos para conocer la extensión e intensidad de la contaminación. Fernández del Riego llevó a cabo el estudio de la contaminación producida por las lejías y la influencia de los ver- tidos sobre el fondo marino. La repercusión del vertido de mercurio sobre los bancos de moluscos también fue investigada por los técnicos del Instituto. En 1975 la empresa implantó medidas co- rrectoras de la contaminación y solicitó autorización para alejar el vertido hacia el centro de la ría, por medio de un emisario submarino, cuya aprobación requería un estudio oceanográfico del IEO.

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