Crónicas para un centenario
CRÓNICAS PARA UN CENTENARIO 171 El mismo Odón de Buen cree necesario establecer dicho Laboratorio “ para que se hagan expe- riencias de maricultura que permitan repoblar las rías gallegas de muchas especies sedentarias que han desaparecido ”. En los años 20 el Instituto llevó a cabo experiencias de acuicultura en el Mediterráneo en el Parque de Miticultura del Puerto de Barcelona, obteniendo resultados alentadores en la raciona- lización del cultivo de mejillones. Más tarde estas experiencias serían completadas con otras en Santander, proponiéndose el Instituto ampliar los estudios sobre acuicultura a los Alfaques del Ebro y a la ría de Vigo. Se pusieron en marcha trabajos de repoblación y de cultivo experimental para impedir la extinción de los bancos naturales de moluscos. Al Laboratorio de Vigo se le enco- mendó la recuperación de los bancos naturales de ostras, en particular los de la ensenada de San Simón, en el fondo de la ría de Vigo: los famosos ostreros de Arcade. Se calcula que en los años 30 unas seis mil personas se dedicaban al marisqueo a pie en la ensenada de San Simón y cerca de mil quinientas al marisqueo a flote. A Manuel Sánchez y Sánchez, biólogo de la Delegación de Pesca se debieron las primeras expe- riencias con éxito en el cultivo de ostras en Galicia. Los anteriores intentos, llevados a cabo en Orti- gueira con ostras importadas de Arcachon (Francia), terminaron en un completo fracaso. Sánchez era partidario de utilizar ostras gallegas y de proteger los ostreros naturales frente a la extracción indiscriminada. En 1934 llevó a cabo esas experiencias en los “Viveros del Rial”, propiedad de Alfon- so Ozores Saavedra, en la ría de Arousa, empleando ostras autóctonas. Con el apoyo de la Diputa- ción coruñesa, realizó también ensayos para el cultivo de mejillones en el Parque de Experiencias de la ría del Burgo, en A Coruña, siguiendo la técnica francesa de las empalizadas. En 1935 un Real Decreto encomendaba al IEO la realización de estudios previos y los traba- jos necesarios para a) conservar y fomentar la producción de los criaderos naturales de moluscos, crustáceos y peces sedentarios en bahías, calas, rías, estuarios, albuferas, marismas y estanques litorales, b) promover y auxiliar la instalación de parques y viveros, encañizadas y corrales, ya sean de dominio privado o en terrenos y costas del dominio público, c) racionalizar la producción y la explotación de los parques y viveros de cría o engorde de animales marinos sedentarios. El Decreto establecía que no se concedería vivero alguno de peces, crustáceos o moluscos, ni explotación o cultivo de campos de algas, sin el estudio previo y el informe del IEO. Atendiendo a dicho Decreto el Instituto llevó a cabo estudios para conservar y fomentar los criaderos naturales, instalando viveros para experiencias en los puntos más convenientes del lito- ral. El servicio de repoblación litoral era responsabilidad del Departamento de Biología, auxiliado por los de Oceanografía y Química del mar y los Laboratorios costeros. A partir de esta fecha varios investigadores del Laboratorio Oceanográfico de Vigo dedicaron su atención a los estudios y tra- bajos contemplados en el decreto. Por su labor pionera destaca José María Navaz, que entre los años 1938 y 1942 estudió los yacimientos naturales de moluscos en la ría, llevó a cabo experiencias de cultivo de varias especies y abordó la explotación racional de los yacimientos con un enfoque integral. En 1945 Alfonso Ozores, instala una batea experimental para el cultivo de mejillón en la ría de Arousa. Los esperanzadores resultados obtenidos hicieron que al año siguiente se fondearan 10 bateas en la escollera del puerto de Vilagarcia. La contribución de los técnicos del Laboratorio Oceanográfico de Vigo al desarrollo de la acui- cultura gallega fue extraordinaria. En cumplimiento del decreto, un laboratorio insuficientemente dotado, y con muy escaso personal, tuvo que hacer frente a una labor ingente que iba a facilitar el despegue de la acuicultura marina en Galicia. En la práctica supuso la renuncia de los investigado- res a una carrera científica basada en los clásicos criterios académicos, para volcarse en las labores de apoyo técnico y asesoramiento que la situación demandaba. El protocolo para autorizar cada concesión comenzaba con la toma de muestras y el reconoci- miento de los enclaves para las nuevas instalaciones, continuaba con los análisis de las muestras en el Laboratorio y terminaba con la evaluación redacción de los correspondientes informes que se enviaban al Departamento de Biología en Madrid para su ratificación y, en su caso, otorgamiento de la concesión. Durante los años 40 y 50 estos trabajos fueron asumidos por los investigadores José Amengual Ferragut, Ángeles Alvariño González, Fernando Lozano Cabo, Félix Cabañas Rues- gas y Ángel Ezama Sancho.
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